Desde la escena y dirección del maestro José Luis Alfaro
- Zenzontle
- 2 abr 2020
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Actualizado: 26 may 2020
Jueves 02 de abril de 2020
Por Diana Karen Jiménez Laguna
Originario del estado de Tlaxcala, el Maestro José Luis Alfaro estudió sus primeros años en la tierra que lo vio nacer, sin embargo, viajó a Xalapa donde estudió cuatro años. Terminando, regresó al estado, y comenzó a impartir clases en escuelas particulares a nivel, primaria, secundaria y preparatoria. Posteriormente se enfocó en la enseñanza del teatro a nivel licenciatura, primero en el Colegio de Arte Dramático, donde lleva diez años trabajando, y después (desde hace cinco años) en la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx). Obtuvo una Maestría en Psicoterapia gestalt en el Colegio México del estado.

En la UATx, ha presentado algunos proyectos escénicos como: Arlequín, Dos patrones, Bodas de sangre, Wences y Lala, Lo que queda de nosotros, Malas palabras, y La casa de Bernarda Alba. Ha sido becario también del Fondo Estatal para Cultura de las Artes (FONCA), con obras como Desde mi Tierra, La leyenda del rey Mono contra el demonio blanco, y La Pavorosa.
Actualmente su último proyecto fue para el Centro Cultural Helénico, Frida Kahlo: Viva la vida. Además de tener otros proyecto en puerta, próximos a presentarse en la Facultad de Filosofía y Letras. No obstante, su trayectoria como actor es igual de numerosa y reconocida, interpretando cerca de treinta o cuarenta obras, con 23 años de experiencia haciendo teatro. Pasa a formar parte como actor y también como coordinador, del Programa Nacional de Teatro Escolar, con Sueño de una noche de Verano y La Posadera. Además, se ha visto beneficiado con circuitos por parte del Instituto Tlaxcalteca de Cultura (ITC), sobre todo con un montaje en escena por más de 10 años, de nombre Vamos Quijote (Unipersonal), por diferentes lugares.
Los premios también son parte de sus logros, por ejemplo como mejor director de muestra estatal de teatro y como mejor actor.
Su formación comenzó ya desde el momento en el que escogió el Taller de Teatro dentro de una gama de paraescolares, allí, aprendió lo necesario para empezar a tener una conexión con su cuerpo y mente. Su primer personaje fue un borracho, luego pasó a un papel protagónico, y terminó por desprenderse de la realidad dándole voz a sus pensamientos y a sus sensaciones, conociendo un lenguaje más expresivo que no conocía, un lugar donde puede decir lo que no puede decir en la vida cotidiana.
El maestro motiva a sus alumnos utilizando por lo regular esa pasión por el teatro, sabiendo que encontrarán la luz, así como a él le sucedió en esa habitación llena de cojines y alfombras, con una maestra de faldas largas semejante a una bruja por su capacidad hipnótica; los juegos son parte de sus sesiones, siguiendo la misma línea que él experimentó, con historias interesantes y cautivadoras.
Trabajar consigo mismo, es también parte de su idea dentro de la formación de sus estudiantes, jugar sin límites, la confianza también es una pieza clave, “todos pueden hacer teatro”, lo dice porque a pesar de los limitantes de la persona, el miedo por ejemplo, se puede transformar en un aspecto más creativo, abriendo sus expectativas sensoriales, asociadas con situaciones que les han sucedido en la vida real a sus alumnos.
Su primer libro fue Un mundo feliz, de Aldous Huxley, de ahí, retoma a otros teóricos para cuestión del teatro como: Stanislavsky, Grotowsky, Artuad Eugenio Barba, Mamet, Darío Fo, entre otros y finalmente disfruta de la literatura en general. El maestro, retoma mucho una frase de su libro favorito de Piñó, “la primera infancia depende de sus padres, la segunda depende de cada uno de nosotros”.
¿Cuál es la diferencia de estar en escena y ser el director de la obra? “Estar en escena para mí es jugar”, se abre la cloaca de la infancia, la adolescencia, del joven y la persona madura para poder llevar el juego a donde debe. Desde la dirección hay otra connotación, es ver a distancia, descubrir si los signos están teniendo alguna penetración en el actor, en la escena, en el texto, “se vuelve más una cuestión de rompecabezas”, de engranaje, “estar abierto a los actores para que ellos puedan perfilar el montaje”, se trabaja con la cuestión de la intuición, para descifrar signos, momentos e imágenes, atrapando el producto de ello. El actor mira desde el presente, sin embargo el director debe mirar desde el pasado, lo que ha funcionado y lo que puede o no funcionar.

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